Los toros, en diferentes modalidades (capeas, de cuerda, etc.), ha sido durante mucho tiempo una de las tradiciones de mayor raigambre en las celebraciones festivas de Arjonilla. Eso sí, siempre con grandes dificultades para su celebración por motivos legales y condicionantes impuestos por los mandatarios para que su celebración no perjudicase a la población.
En el Archivo Histórico Municipal existen referencias escritas de celebraciones de festejos taurinos desde el siglo XVI, en diferentes fiestas a lo largo del año como son las patronales de San Roque, Santiago y los Cargos. Por Santiago se celebraban toros allá por el siglo XVI y VXII, lo que nos puede dar pistas acerca del patronazgo de Santiago con anterioridad a San Roque.
A principios del siglo XVII (1616) el interés por las celebraciones de festejos taurinos llevó a tomar la decisión de remodelar la plaza pública para adaptarla mejor para la celebración de toros.
En mi primera visita al Archivo Histórico Nacional di con un documento que narraba los hechos ocurridos en Arjonilla con motivo de la suelta de unas vaquillas por el pueblo. El 29 de junio de 1616, festividad de San Pedro, al soltarse unas vacas por las calles se produjo una discusión entre dos esclavos mulatos negros sobre por donde había que dirigirlas. El asunto acabó en manos de la justicia.
En los textos del siglo XIX se podían leer las frases siguientes relativas a los toros: "costumbre inmemorial", "lo más esperado por la población".
En el siglo XX se decía que los toros eran "de interés para la industria y el comercio locales". En las ocasiones en las que se prohibían las celebraciones de toros, el Alcalde solicitaba el aumento de las fuerzas de orden público para evitar percances entre la población en protestas por la negativa a estos festejos taurinos. En los años 50 se consolidó la costumbre de solicitar toros por parte de los arjonilleros tras la celebración de la recepción en el Ayuntamiento.
En mi primera visita al Archivo Histórico Nacional di con un documento que narraba los hechos ocurridos en Arjonilla con motivo de la suelta de unas vaquillas por el pueblo. El 29 de junio de 1616, festividad de San Pedro, al soltarse unas vacas por las calles se produjo una discusión entre dos esclavos mulatos negros sobre por donde había que dirigirlas. El asunto acabó en manos de la justicia.
En los textos del siglo XIX se podían leer las frases siguientes relativas a los toros: "costumbre inmemorial", "lo más esperado por la población".
En el siglo XX se decía que los toros eran "de interés para la industria y el comercio locales". En las ocasiones en las que se prohibían las celebraciones de toros, el Alcalde solicitaba el aumento de las fuerzas de orden público para evitar percances entre la población en protestas por la negativa a estos festejos taurinos. En los años 50 se consolidó la costumbre de solicitar toros por parte de los arjonilleros tras la celebración de la recepción en el Ayuntamiento.
Los programas de festejos recogen la celebración de estos festejos taurinos. En la siguiente imagen tomada del programa de 1942 aparece la celebración de una novillada en la que el espada era un arjonillero, Rafael Díaz Ruz "Sanantón".
La siguiente fotografía nos muestra un grupo de toreros posando en el interior del castillo, lugar de celebración de la novillada en los años 30. En ella aparecen de izquierda a derecha: Bernardo Varea, José Luis Castillo, Antonio Castillo, un mancebo de Ángel García, Francisco Sotomayor y Francisco Puentes.
Las dos siguientes imágenes recogen al público asistente a las corridas con las mujeres ataviadas con peineta y mantilla.
En la siguiente imagen podemos ver a Antonio Córdoba cómo realiza la petición de llaves en una corrida.
Esta otra imagen que data del año 1970 nos muestra un grupo de jóvenes, entre ellas la Reina de las Fiestas y Damas de Honor de ese año, asistiendo a una corrida que se celebró en el patio que luego fue el cine de los hermanos Peña, cercano al Polideportivo.
Por último la reproducción de un cartel de toros del año 1975.
